viernes, 3 de diciembre de 2010

Ahora sí


Estaba remoloneando. Me había propuesto contar por aquí mi viaje a Japón y al final me quedé dando vueltas por Facebook. Hoy hablaba con un compañero de aikido y me preguntaba qué tal por allí. Juan pregunta, Mati pregunta, JJ pregunta...Normal. Es una alegría estar rodeada de gente curiosa. Sin curiosidad estaríamos parados desde hace siglos. Hablaba con Pedro y recordé el cuaderno.
Me lo regaló mi madre hace no sé cuánto tiempo. Lo guardaba para una ocasión especial. La ocasión especial llegó. Lo metí en la mochila para tenerlo a mano. No empecé a escribir hasta que llevaba unos días en Japón. No hay orden ni concierto, y sentido, poco. Es más el viaje por dentro que por fuera. Son frases escritas a lo loco en trenes, autobuses, estaciones, ryokan y cafeterías, sobre todo Starbucks que, aunque nunca ha sido santo de mi devoción, se convirtió en una especie de puerta a lo que tenía lejos. Un capuccino caliente, una cookie de chocolate gigante y un descanso entre salidas y llegadas.
Poco antes de salir me preocupaba viajar sola. Ahora me alegro de haberlo hecho. Por un lado, la agencia (Occius, que lo bueno hay que decirlo) me preparó el viaje tal y como yo lo quería, con alguna sugerencia extra que acerté. El inglés, el poco japonés que sé, la intución y la amabilidad extrema de los japoneses hicieron que todo fuera rodado, incluso en los momentos de despiste.
Es una manera también de dar las gracias a Andrés, Carmina, José Antonio, Alberto Galán, Carlitos (que andaba por la India), Jota, Natalia, Mati, Paco Guerrero, Paco Carrasco, Fran,Tequila, Vanessa, Alberto Gallego, Conchita, Juan, Ana, Luis, Christian, el otro Carlitos, Javier, Estefanía, Jesús, Jose, Raquel, Vicen, el otro Jesús...Todos los que me han acompañado por correos y facebook. También es un agradecimiento a los desconectados virtuales, pero que me esperaban a la llegada con un kebab y un disco bajo el brazo. Sobre todo, gracias a mi familia (tito, también va por tí y el resto de las huestes cartageneras), que en lugar de decir "ay, no te vayas, ¿qué vas a hacer tú sola por Japón?", me llamó minutos antes de coger el tren para Madrid y decirme: "Chani, pásalo bien, nos hace tanta ilusión como si fuéramos contigo".
Ahí va, por capítulos.

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