sábado, 18 de septiembre de 2010

Los androides también sueñan con el Florida


Aclaro, ante todo, que no soy de esas que llegan a un sitio sólo para repetir lo mal que están las cosas. Aquí, en general, estoy mucho mejor de lo que habría imaginado. Dicho esto, después de seis años de convivencia en armonía y de servicios varios a la comunidad me he ganado el derecho a quejarme.
Poco después de aterrizar en esta ciudad vi 'Danza Macabra' en el teatro Florida, con José Sacristán y Mercedes Sampietro. Pensé que todo el monte iba a ser orégano y durante un tiempo fue así . Ya no hay teatro, sólo obras con un último acto prorrogable hasta el infinito. También había un cine que ahora es una discoteca con ínfulas de paraíso 'vip'.
Me desfogo buscando algo de lo que me guste escribir cuando lo hago por cuestiones de trabajo. Reconozco que los gentilicios son un aliado poderoso para barrer para casa. Los talentos casi siempre emigran, pocos se quedan. Cuando los que se van hacen algo interesante, basta con poner "el actor algecireño fulanito" y ya tengo competencia territorial. Yo gano y los lectores, cuya existencia se me antoja a veces tan probable como la vida en las lunas de Saturno, también.
Hoy le ha tocado el turno a dos hermanos de aquí, residentes en Madrid, que se están hinchando a ganar premios en el extranjero con un cortometraje y en España, nada. El caso es que Rutger Hauer, el replicante de 'Blade Runner', dirige uno de los festivales en el que tienen todas las papeletas para ganar. Después de hacer una pausa para preguntarme por qué todos recordamos a Demis Roussos por el "triquitriqui" y no por la banda sonora de 'Blade Runner', vuelvo a la cuestión.
He visto cosas, como dijo el androide, pero me preocupa que se no haya teatros ni cines para ver al hermano actor en acción. Me preocupa que sólo haya una librería en la que el hermano escritor pueda venir a firmar sus libros. Un querido amigo dice que los grandes talentos crecen mejor en circunstancias adversas extremas. Tal vez sea por eso.
A lo mejor infravaloro la gestión cultural de esta y otras ciudades equivalentes. Puede que se trate de una estrategia calculada. Saben que hay mentes preclaras que se volverían indolentes ante una oferta excesiva. ¿Qué habría sido de las hermanas Bronte si hubieran existido los vuelos 'low cost' y la minifalda? ¿Habrían compuesto los de U2 el 'Bloody Sunday' en una Irlanda sin conflictos? Es una pena que, aparte de un don innato para la pataleta, no tenga grandes talentos que florezcan regados por las privaciones.
Por suerte, quedan los fotógrafos, los borradores de libros en busca de editor, un dúo de diseñadores gráficos que triunfarían en Nueva York y alguna noche para recordar en el María Cristina.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Incompatibilidades

Luego me quejo de que no tengo tiempo para nada. Al final ha sido más fuerte que yo y también me he apuntado a clases de kung fu. Habrá quién diga, y estoy de acuerdo, que sería preferible que antes aprendiera a rodar en aikido en lugar de hacer el avestruz cuando voy al suelo. Estoy en ello. En cuanto mi brazo esté bien del todo, no pararé hasta que dejen de conocerme en los tatamis de toda la comarca como "El pequeño alud" y comiencen a llamarme "La pequeña bola de nieve que rueda por la montaña sin apenas tocar la ladera".
Era feliz hasta que ha llegado el momento de hablar del vestuario. Yo estaba tan contenta con mis pantalones de chándal y mi camiseta, pero tenemos que llevar kimonos. Hasta ahí bien. Disciplina y funcionalidad ante todo. Lo que pasa es que he descubierto que ambos conceptos son irreconciliables con el de "estilismo favorecedor". Con el kilometraje que gasto de pierna, la parte de arriba correspondiente deja sitio para tres como yo. Lo importante es la movilidad, así que bien...Hasta que el sensei maligno ha decidido que quiere hacer una sesión de fotos para la web con todos equipados de pies a cabeza.
Estaba mirando kimonos de kung fu por internet y he encontrado este modelito (veáse foto). Creo que es mucho más favorecedor, si obviamos la ordinariez de los tacones tipo "son 50 euros el servicio completo" y el hecho de que no veo la manera de levantar las piernas más de tres centímetros del suelo con semejante atuendo. Llego a la conclusión de que hay que sacrificarse por la causa.
Al menos espero que antes de la sesión de marras nos enseñen a utilizar algún arma que me tape la cara por completo. Al final tendré que darle la razón a Andrés, que con la sabiduría que le caracteriza, no se cansa de repetirme que sería mejor que me diera por hacer ganchillo en mis ratos libres.