lunes, 31 de marzo de 2014

¡Que vivan los que hacen surf sobre los mostradores de los videoclubes!


Hoy me he levantado con una noticia pésima: mi videoclub ha sufrido una baja irreparable. Dijo "MI" porque después de casi 12 años de alquiler intensivo de películas lo considero bastante mío, la verdad. Soy consciente de las consecuencias de mis actos y sé que muchos me dirán "viejuna" cuando confiese públicamente que sigo alquilando películas en lugar de descargarlas de internet.

¿Qué le voy a hacer? Me siento bien yendo a un lugar en el que ya no me preguntan mis datos cuando voy a por mi dosis y en el que no se asustan cuando me voy con una selección de americanadas estudiantiles, peleas de chinos y cine de autor bajo el brazo. Saben qué película lleva mi nombre cuando llega y siempre saludan a Kumo como si fuera el mejor perro del mundo, a pesar de que en sus años mozos marcó las estanterías de un territorio que consideraba propio.

Eran dos, Edu y Mario, los dos igual de fantásticos, pero ahora, como en 'Los inmortales' (Russel Mulcahy, 1986), solo ha podido quedar uno. Las circunstancias obligan y en este caso creo que a las dos mitades de mi videoclub favorito de todos los tiempos la despedida les ha dolido por igual. Tanta descarga, tanta descarga y al final esto es lo que pasa. Alguna he descargado, desde luego, pero mis intentos de infidelidad han fracasado porque no es lo mismo, en absoluto.

Ni se me pasó por la cabeza cuando fui el sábado a por mi paquete triple de los fines de semana que me quedo en casa. A un precio de risa, tres películas que puedo devolver cómodamente el lunes. No me lo imaginaba porque Mario, como es habitual, me atendió con una sonrisa que ni los puentes trabajando ni los malos días ni una gripe le han borrado jamás.

Pues nada, me entero por Facebook de que se acabó, que la cosa está difícil y que Mario ya no estará detrás del mostrador. Y yo, chica dura a base de ver películas de acción y entrenamiento marine, he dejado caer dos lagrimones porque no me parece justo y porque somos muchos los que vamos a echar de menos sus gorras, sus selecciones musicales y sus recomendaciones certeras.

Más allá del deber (John Fasano, 2005) porque cuando las cosas se te tuercen y piensas que el amor es una mierda - precisamente tengo alquilada 'Amor' (Michael Heneke, 2012) y aún no sé si atreverme a verla - ahí tienes las fotos de Mario con Isabel para hacerte pensar que sí, que existe y que a veces le llega en cantidades industriales a la gente que se lo merece. Más allá del deber (John Fasano, 2005) porque te escuchaba cuando las cosas te sobrepasaban y te ayudaba a ver 'the bright side of life' ('La vida de Brian, Monthy Pyton, 1979).

Me apena porque esto parece el principio del fin. Es la misma sensación que producen las tiendas de discos que van amontonando existencias en pilas cada vez más reducidas, como si esperasen vender el último para decir adiós.

Yo me resisto. Seguiré yendo a por películas mientras esté por estos lares porque me gustan los videoclubes y porque siguen Edu y Linda, magníficos donde los haya.

No le pido al destino una primitiva, sino conservar mi trabajo y que mis otros proyectos salgan adelante porque me encantaría contar con alguien como Mario, que, como decimos por aquí, es un jarrillo de lata porque pa' to' vale. Ojalá alguien se dé cuenta muy pronto del potencial que tiene este chico porque si personas así van a la cola del INEM mientras hordas de tarugos rigen los destinos de este país, mal vamos.

Así que, Mario, disculpa el atrevimiento, pero hay cosas que se indigestan si no las dices. Mucha suerte a ti y a los tuyos.

Estoy segura que esto no es un 'The End', sino un 'To be continued'.